20110520

Melaza


Te acercas a la pantalla y lees con detenimiento el comentario. Giras la cabeza un poco, la regresas a su lugar, y acercas el índice a la primera sílaba para tocarla. El tacto te causa un sobresalto debido a la textura viscosa; alejas rápidamente la mano de la pantalla y pestañeas intensamente. Si, ya no hay duda alguna, las palabras están cubiertas de miel. te chupas el dedo distraídamente mientras tu escepticismo es echado abajo por un hecho irrefutable: Palabras cristalizadas por miel de abeja.

Te levantas de la silla, das un par de vueltas a la habitación y regresas una y otra vez frente al monitor, sólo para reforzar el hecho de que esos comentarios están hechos de miel. Niegas con la cabeza -IMPOSIBLE- volteas nuevamente y los pixeles recubiertos por el pegajoso fluido te saludan descaradamente desde la ventana del ordenador. De pronto una idea maligna cobra forma en tu cabeza y sacas la lengua mientras acercas la cara al aparato. Cuando la miel se entrelaza con tus papilas empiezas a lamer con fruición.

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Tu tarea concluye al sentir el áspero sabor del RGB. Alejas lentamente el rostro de las letras y mientras lo haces comienzas a reír frenéticamente; las carcajadas sacuden de modo grotesco tu cuerpo. De pronto todo lo que queda es el eco de la macabra risa. El cuerpo ahora quieto se mantiene extrañamente recto. Las facciones se deforman al abrir desmesuradamente los ojos; una lágrima resbala lentamente por tu mejilla.

Se abre el techo y de él caen los años en un chaparrón inevitable. Ahora lo entiendes, ahora todo tiene sentido. Guardas un minuto de silencio por aquellos que aún pueden escribir mensajes de amor tan despreocupadamente y con la firme certeza de que son verdaderos y siempre lo serán. Luego guardas dos por ti mismo y por la verdad absoluta de que ahora tu ya no puedes hacerlo, porque sabes que sería mentir...